jueves, 17 de mayo de 2007

Migrañas

He copiado un artículo que ha escrito una sufridora migrañosa Chesi, en su Blog, y que me ha parecido muy interesante, sobre todo porque las que las padecemos nos hemos sentido muy identificadas.
MIGRAÑAS
¿Has sentido alguna vez un dolor de cabeza tan salvaje que parecería que te has estado dando de cabezazos contra el parachoques de un camión? Si estás pensando en ese dolor de cabeza que produce la resaca de whisky de garrafón, déjame decirte que de lo que te estoy hablando es 40 veces peor. Si consigues hacerte a la idea, te acercarás por un momento a algo parecido a lo que siente una persona que sufre ataques de migraña.

La migraña es una enfermedad crónica de tipo neurológico, de causa no conocida, que se manifiesta por crisis o ataques repetitivos de un fuerte dolor de cabeza originado en uno de los lados del cerebro (más o menos, como si una garra con las uñas larguísimas te apretara el lado izquierdo de la cabeza clavándote las uñas en el cerebro), que suelen tener una duración de entre unas horas y varios días, acompañado de náuseas, mucosidad, fotofobia (molestia a la luz) y fonofobia (molestia al ruido), y que empeora con la actividad física. No puedes leer, no puedes pensar con claridad, sientes molestias al tratar de mantener los ojos abiertos, te molesta la luz, te cuesta hablar, te cuesta moverte, se te quitan las ganas de comer, tienes ganas de vomitar, no te deja dormir (con lo cual, la falta de sueño también repercute negativamente sobre el cuerpo intensificando los síntomas de la propia migraña), incluso cualquier movimiento de tu compañero de cama te hace gritar de dolor…

Como es evidente, una crisis de migraña te deja para el arrastre, postrándote en cama casi sin poder moverte y sufriendo unos dolores terribles de cabeza. Según la Organización Mundial de la Salud, la migraña está considerada una de las enfermedades más discapacitantes, ¡junto a la tetraplejia y la demencia! No en vano, es una de las principales causas de absentismo laboral: según un estudio presentado en el IX Congreso de la Federación Europea de Sociedades Neurológicas que se celebra en Atenas, los pacientes pierden en promedio un día de trabajo al mes, y según los datos del Programa PALM, repreenta alrededor de 9 días perdidos al año y un coste de 642 millones de euros anuales.

Si la migraña no es bien tratada puede convertirse en un infierno. Además de perturbar las relaciones familiares y amistosas, se resienten la vida profesional y hasta la propia autoestima. Sólo un 19% de los afectados consigue no perder ni una jornada de trabajo o de estudios, pero un 55% falta hasta diez días al año; un 15% entre 11 y 20; un 9% entre 21 y 50, y un 2% más de 50. En cuanto a los sentimientos personales, un 87% reconoce que pierde vitalidad y capacidad de concentración, mientras que un 80% admite que su carácter empeora y confiesa su hastío y frustración.

Y lo que es peor: por el momento no tiene cura (es una enfermedad crónica) ni remedio que lo alivie. No hay NADA que alivie los dolores de cabeza producidos por la migraña, por lo que lo único que los médicos pueden recomendar en estos casos son cosas que no se pueden adquirir en farmacias: silencio, oscuridad, tranquilidad (sobre todo, mucha tranquilidad), y evitar el chocolate, el café, el alcohol, etc.

La migraña es una enfermedad mayoritariamente femenina (se calcula que 3 millones y medio de españoles sufren migrañas, de los que el 70% son mujeres) y suele estar asociada a episodios de estress y a la menstruación. Suele aparecer en la adolescencia, y se prolonga hasta alrededor de los 45 años. ¿Puedes hacerte a la idea de lo que significa vivir durante 30 años de tu vida con intensos dolores de cabeza que aparecen cuando menos te lo esperas y prácticamente te dejan incapacitada durante varios días?

A pesar de todo esto, existe un gran desconocimiento en general sobre todo lo que rodea esta enfermedad neurológica. Baste mencionar una única cifra: el 20% de las mujeres que padecen migrañas no visita al médico. Una cifra sorprendente, teniendo en cuenta que estamos hablando de una enfermedad neurológica, y no de un simple dolor de cabeza. La incomprensión en el entorno de la afectada retrasa en la práctica la consulta al médico y el adecuado diagnóstico del síndrome. Un 42% de los europeos (38% en el caso de los españoles) tarda más de tres años en acudir al doctor por primera vez.

Otro aspecto relacionado con el desconocimiento que dificulta la vida de las personas que padecen migrañas es la incomprensión social relacionada con esta enfermedad. Es común que en su entorno laboral sus propios compañeros no comprendan el alcance de la situación y se refieran a la persona en tono despectivo, minimizando la gravedad de la enfermedad por puro desconocimiento, con frases del estilo de “está de baja por un dolor de cabeza”. Más aún, en el propio entorno familiar de la persona afectada son corrientes frases del estilo “no puede ser que estés así por un simple dolor de cabeza“, o “anda ya, que te quejas de vicio“, o “mira que eres blanda y tienes poco aguante” o “tómate una aspirina, levántate de la cama y deja ya de quejarte“… Así, al dolor crónico hay que sumarle la incomprensión social.

Por esas causalidades que tiene la vida, el 12 de mayo, día de mi cumpleaños, es el día mundial de la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica, una enfermedad que me ha tocado sufrir de cerca debido a que mi madre está afectada. Se cree que las migrañas pueden ser hereditarias, y están íntimamente relacionadas con las enfermedades del grupo del dolor crónico. Entre ellas, la fibromialgia provoca dolor crónico y es difícil de detectar debido a la vaguedad de los síntomas; el dolor crónico cambia la vida, causa depresión, imposibilita a los que lo padecen de hacer actividades cotidianas e incluso puede conllevar la pérdida del trabajo, según el último estudio Pain in Europe de 2005, una encuesta a nivel europeo que en España está avalada por la Sociedad Española del Dolor. Las migrañas, con todo lo que conllevan, son sólo una versión ligera de esta otra enfermedad, de la que escribiré en breve.
Yo sufro de migrañas. Por suerte para mí, no son demasiado frecuentes (3 ó 4 veces al año, a lo sumo), pero estoy en una edad en la que el ciclo del dolor es ascendente. No logro imaginarme cómo será mi vida conviviendo con este dolor más a menudo (ni consigo imaginarme la fortaleza que tiene mi madre al convivir A DIARIO con un dolor que le recorre todo el cuerpo). Hoy es uno de esos días en los que gustosamente me habría quedado en casa con la luz apagada y las ventanas cerradas. El último ataque de migraña que estoy padeciendo no me ha dejado dormir en toda la noche; a las 3 de madrugada, tras horas de intentar superar las náuseas, estaba intentando vomitar sin ningún éxito (¿qué podía quedarme en el estómago a esas horas de la noche?); la consecuencia obvia es que hoy, además del terrible dolor de cabeza, me duele todo el cuerpo, las cervicales me están haciendo polvo, casi no me tengo en pie y no puedo tirar de cafeína para suplir la falta de horas de sueño porque acentuaría la intensidad el dolor de cabeza, ya de por sí inaguantable.

Hoy he venido a trabajar tras vencer la resistencia opuesta por mi pareja, que no quería dejarme venir a trabajar en estas condiciones, y tras hacerme a mí misma la promesa de volver a casa si la situación se me hacía insoportable. De momento, aquí estamos, al pie del cañón y resistiendo como una campeona. Le he comentado la situación a mi jefa, y no sólo lo ha entendido sino que ha tenido el detalle de encomendarme una serie de tareas mecánicas que no requieren demasiado esfuerzo mental por mi parte. Hoy no estoy en condiciones de hacer otra cosa.

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